Mucho se puede leer y escuchar en los medios fedecámaras-opositores (venezolanos) y clarín-dependientes (argentinos) sobre la falta de libertades
individuales en la República Bolivariana de Venezuela, sobre el control y la
intervención extrema del Estado y sobre la explotación de un modelo poco
democrático caracterizado como la “Dictadura chavista”. Sin embargo, la
práctica cívica activa y la Constitución
Venezolana sancionada en 1999 dicen lo contrario; esta última otorga -entre
otras facultades- ciertas herramientas de poder ciudadano sin precedentes en
los países de la región latinoamericana.
Electo
con el 56 por ciento de los votos en febrero de 1999, Hugo Chávez, apenas
asumió al poder -y tal como lo prometía en su plataforma electoral- encabezó un
proyecto para reformar la constitución de 1961 colocando la decisión en manos del
pueblo a través del 1º Referéndum (25-04-1999) de su gestión. La ciudadanía votó a favor de la reforma en un 81
por ciento.
Luego de meses de
trabajo, el texto final de la flamante Constitución fue nuevamente puesto a
decisión y voluntad de los venezolanos. En este 2º Referéndum (15-12-1999), más de 71 por ciento de los electores
aprobaron el documento, y tan sólo el 28 por ciento lo rechazó.
Esta
nueva Constitución venezolana incluye un apartado ajeno a la región. En su
artículo 72 establece que “todos los
cargos de votación popular son revocables. Un número no menor del 20 por ciento
de los electores, podrá solicitar un referéndum para hacerlo”. Este se completa con el artículo 233, el cual indica que será falta absoluta del presidente "la revocatoria popular de su mandato". No sólo eso,
el artículo 73 permite llamar a referéndum en caso de un tratado internacional,
y el 71 habilita a hacerlo en cualquier temática de trascendencia nacional. Sin
dudas, una aptitud real otorgada al pueblo para aumentar la participación en el
sistema democrático.
Continuando
con los ejemplos ilustrativos podemos señalar la intención de Hugo Chávez de
renovar por completo la cúpula de dirigentes sindicales. Sin enmienda ni
decreto mediante, volvió a someter una postura personal a decisión popular
llamando al 3º Referéndum (03-12-2000)
denominado “Referéndum Sindical”. En este caso, el apoyo al proyecto fue del 62
por ciento de los electores.
La
oposición, luego de una nueva derrota en las elecciones presidenciales de 2000,
y posterior al lamentable intento de golpe de Estado en 2002, intentó utilizar
-sin éxito- esta herramienta de decisión popular; convocó al 4º Referéndum (15-08-2004) denominado
“revocatorio” por la oposición y “ratificativo” por el oficialismo. Nuevamente,
el pueblo se inclinó a favor de la continuidad del socialismo bolivariano en un
59 por ciento, mientras que un 40 optó por la revocación del mandato
presidencial.
Poco
a poco, el contexto de dirigentes latinoamericanos irían acompañando la
revolución socialista venezolana en mayor o menor medida, y el presidente
Chávez encontraría nuevos aliados en la región, principalmente Néstor Kirchner
y Lula Da Silva, que se le sumarían al líder cubano Fidel Castro.
Claro
que, como en toda apuesta democrática, a veces se triunfa y otras se cae
derrotado. Es este otro ejemplo en el que radica la indispensable intervención
de la ciudadanía venezolana para fortalecer la democracia no sólo en los
comicios presidenciales tradicionales. Así es como en 2007, el Partido
Socialista Unido de Venezuela propuso el 5º
Referéndum (02-12-2007) con el objetivo de modificar 67 artículos de la
nueva Constitución. En este caso, y tras nueve años de continuos apoyos
populares, el resultado fue adverso, el 51 por ciento optó por en “NO”,
mientras que el 49 lo hizo por el “SI”.
La
revancha, en términos políticos con vocabulario futbolero, se vivió dos años
más tarde cuando el 55 por ciento de los venezolanos, en el 6º Referéndum (15-02-2009), optó por una enmienda constitucional
en la que se eliminaba el tope de reelecciones posibles de cualquier cargo
electo de manera democrática.
Fíjense
que no he desarrollado aquí las cuatro elecciones presidenciales ganadas -por
amplio margen- por el modelo Socialista bolivariano por creer que el acto
electoral es el mínimo evento imprescindible para resguardar la democracia. Preferí,
por contrario, mostrar aquellas herramientas de las cuales no todos los países
gozan, pero que son indispensables para profundizar, purificar y mantener vivo
el proceso democrático, y caracterizar, así, a la democracia venezolana como la
única en la región con particulares semi-directas.
Es claro que la
“Dictadura Chavista” no es más que una construcción de la oposición no sólo
venezolana, sino mundial. La reciente victoria en las urnas, en propias
palabras de Chávez, no significó un triunfo sobre un partido político rival, sino
“el éxito contra un Frente Internacional”.