(Por Damián Fresolone para Caras y Caretas de Noviembre)
La industria cultural,
compuesta principalmente por el sector audiovisual, editorial, musical y de las
artes escénicas, se encuentra en constante crecimiento generado por un incremento
continuo de la producción y el consumo. Cuando a mediados del siglo XX Theodor Adorno y
Max Horkheimer desarrollaron las primeras conceptualizaciones sobre la entonces
naciente Industria de la cultura, resultaba impensado sospechar el lugar
destacado que hoy ocupa esta actividad en la economía de las sociedades contemporáneas.
Particularmente en Argentina, el Producto Bruto Interno
Cultural (PBI Cultural), entendido como el valor monetario total de los bienes
y servicios referentes a la cultura, marcó por octavo año consecutivo un
aumento en sus valores corrientes, en su crecimiento porcentual interanual y en
su incidencia dentro del PBI total nacional, según estadísticas brindadas por
el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA). Mientras que en 2004, luego de
la crisis económica y social, el volumen del PBI Cultural se presentaba
inferior a los 9.000 millones de pesos, en 2011 la cifra superó los 56.000
millones a precios corrientes. Este aumento significa un crecimiento interanual
de quince puntos promedio, lo cual duplica al incremento del PBI total.
Para lograr una mayor dimensión de lo que representa la
industria cultural en nuestro país puede observarse su participación dentro de
la economía local. En 2004, el 2,4 por ciento del PBI total era aportado por
producciones culturales; en 2011, la participación de la cultura se incrementó
periódicamente hasta trepar al 3,83 por ciento del PBI, con tendencia a
continuar el ascenso llegando a valores cercanos al 4 por ciento en el año actual.
Esta cifra revela que el sector representa una participación mucho más
significativa que la de algunos espacios considerados centrales en la economía
como ser la actividad minera (aporta la mitad que la cultura) y la pesca (su
contribución es veinte veces inferior a la del sector en cuestión).
Según
Natalia Calcagno, coordinadora general del SInCA, este crecimiento vertical del
PBI cultural, incluso a tasas mayores que las del PBI total, puede explicarse
por la característica elástica del consumo de este tipo de bienes y servicios
en relación a los ingresos. Una disminución en el poder adquisitivo de la
sociedad –como la de 2001- recae de manera directa en los productos
resignables, entre ellos la cultura; por contrario, el aumento en el ingreso
corriente de los hogares se refleja de inmediato en el mercado cultural
generando crecimientos a tasas extraordinarias como ocurrió en estos últimos ocho
años.
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
|
PBI Cultural (*)
|
8.763
|
12.000
|
16.331
|
21.621
|
29.637
|
35.879
|
44.116
|
56.679
|
Participación del PBI Cultural (**)
|
2,47%
|
2,72%
|
2,78%
|
3,16%
|
3,52%
|
3,66%
|
3,74%
|
3,83%
|
(*) En millones de pesos a precios corrientes
(**) Porcentaje de participación del PBI Cultural sobre el PBI Total
Posiblemente, en el imaginario social, dicha contribución de los bienes y servicios culturales a la economía no sea reconocida en su plenitud, como tampoco los más de 300 mil puestos de trabajo que la actividad provee al mercado del empleo. Sin embargo, el poder político sí reconoce este fenómeno y actúa en cuestión sobre la producción y el consumo generando distintos espacios de promoción e intercambio a nivel local, nacional e internacional.
Según datos publicados por el INCAA, el cine alcanzó durante 2011 su máxima
recaudación por venta de entradas superando los 908 millones de pesos, un 32
por ciento más que en 2010 y casi el doble comparándolo con 2009. Si bien parte
de este incremento se explica a través del aumento del valor de los tickets,
otra porción surge de la cantidad de entradas vendidas. Mientras que en 2009 se
adquirieron menos de 34 millones, en 2010 el número ascendió a 38 millones y el
último año la cifra superó los 40, totalizando un aumento del 18 por ciento en
la relación trianual. Muchos vaticinaban la muerte de la pantalla grande en
manos de la “anarquía” irresoluble de la web y las copias ilegales; sin
embargo, el cine parece haber encontrado su soslaye con las producciones en
tres dimensiones. Al menos eso indican los números: nueve de las diez películas
más vistas fueron proyectadas en 3D.
Compromiso latinoamericano
(**) Porcentaje de participación del PBI Cultural sobre el PBI Total
Posiblemente, en el imaginario social, dicha contribución de los bienes y servicios culturales a la economía no sea reconocida en su plenitud, como tampoco los más de 300 mil puestos de trabajo que la actividad provee al mercado del empleo. Sin embargo, el poder político sí reconoce este fenómeno y actúa en cuestión sobre la producción y el consumo generando distintos espacios de promoción e intercambio a nivel local, nacional e internacional.
El boom
audiovisual y la constancia editorial
Al analizar los
movimientos de cada uno de los sectores productivos de bienes y servicios
culturales se visualiza una notoria preponderancia de la actividad audiovisual
-cine, televisión y producciones para Internet-, seguida por el activo sector
editorial que, tras años de continuo crecimiento, es reconocido como uno de los
más significativos del continente. Detrás, con participaciones notoriamente
inferiores, se encuentran la industria fonográfica, la del diseño y las producciones
de artes escénicas.

El segundo sector en volumen de participación, el del libro, rompió en
2011 todos los récords de producción. Según cifras publicadas por la Cámara Argentina
del Libro (CAL) se lanzaron al mercado 26.932 novedades, lo que representa un
18 por ciento más que el año anterior, y 4.238 reimpresiones, un 16 por ciento
más que en 2010. Es importante resaltar la diferencia entre un título
reimpreso, ya publicado con cierto éxito comprobado en el mercado, y una
novedad, de la cual se desconoce por absoluto su recepción en el lector. Esto
no indica otra cosa que la confianza de los editores en el mercado del libro.
Compromiso latinoamericano
El desarrollo de la
industria cultural no es una particularidad argentina; la región de América del
Sur en su totalidad vive un período de auge tanto en la producción como en el
consumo de este tipo de bienes. Si bien el PBI Cultural argentino es el más
significativo, países como Colombia y Chile aumentaron la participación de esta
actividad en la economía alcanzando los 3 y 2,6 puntos respectivamente, cifras
impensadas una década atrás. Por otra parte, a pesar de no contar con
estadísticas oficiales, los Ministerios de Cultura boliviano, ecuatoriano y
venezolano aseguran que la tendencia en dichos países acompaña la línea creciente
del resto del continente.
Otro ejemplo del compromiso y la intervención de los
gobiernos en las culturas locales se evidencia con el cambio de rango generado
en los últimos años por la mayoría de los países miembros de la Unasur , los cuales
ascendieron de secretarias a ministerios a sus respectivas dependencias de la
cultura. Algunas, a su vez, realizaron modificaciones nominales con cierto peso
semántico, como ser el Ministerio de
Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia creado en 2009 y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura Bolivariana
instituido durante la tercera presidencia de Hugo Chávez.La Cultura en la balanza: Sustituyendo
Existe un aspecto en el
cual los números no le son favorables a la industria cultural argentina: la
balanza comercial. En 2011, el comercio exterior de bienes y servicios cerró
con un déficit de 221 millones de dólares, según estimaciones del SInCA. Gran
parte de este déficit proviene del sector editorial el cual, por una cuestión
de costo beneficio, realizaba la totalidad de la producción del libro dentro
del país pero imprimía los ejemplares en el exterior (China y Uruguay)
produciendo así una entrada de bienes importados no tradicional. Tras un acuerdo
entre la Secretaría
de Comercio y las Cámaras que nuclean a los editores, lograron a mediados de
año equiparar las importaciones frente a las exportaciones. Así, se prevé una
balanza comercial de bienes culturales equilibrada en 2012.