(por Damián Fresolone - en Diario Registrado 28/06 y La Mañana de Córdoba)
Pareciera ser una regla de tres inversa. Cuanto más aumenta la imagen positiva del Gobierno Nacional y su intención de voto (entre el 45% y el 50% en todas las consultoras, incluso las de la oposición), las ventas del Diario Clarín caen estrepitosamente. Este descenso de las cifras se vincula de forma directa a sucesos políticos ocurridos en nuestro país.
Es importante aclarar que, de aquí en adelante, los números corresponden a las propias Declaraciones Juradas de los editores responsables de cada diario, con posterior verificación del I.V.C.
Durante el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner, entre 2007 y 2011, el oligopolio vio caer sus ventas un 25,1%. Aquellos 389.900 ejemplares diarios que vendía en promedio Clarín hace cuatro años, quedaron en el olvido; hoy en día el promedio descendió a 293.150.
La credibilidad del “gran diario argentino” se vio afectada directamente desde el conflicto con el campo (artículo 125), la puesta en debate masivo de la flamante Ley de Servicios Audiovisuales, la causa por los hijos apropiados de Ernestina de Noble y la venta de Papel Prensa (sin olvidar el surgimiento de algunos espacios televisivos, radiales y gráficos encargados de mostrar los recortes intencionales –y muchas veces mentirosos- que realiza el diario).
Quienes defienden los intereses de Clarín (CEO, Periodistas, Corporaciones, Políticos opositores, etc.) dirán que las ventas en general han caído porque la gente compra menos diarios debido al consumo del mismo a través de internet. ¡Otra mentira del Grupo!
Es muy sencillo de refutar aquello si analizamos las ventas del resto de los diarios que tienen, al igual que Clarín, su sitio web disponible de manera online. Veamos por ejemplo el caso de La Nación (también opositor al gobierno); las ventas durante el gobierno de Cristina Fernandez de Kirchner se mantuvieron prácticamente sin variantes (-0,9%): 161.000 (2007), 158.000 (2008), 138.000 (2009), 155.000 (2010) y 159.400 (2011).
Diario Popular, por su parte, no solo no disminuyó su venta, sino que aumentó en un 7% su promedio diario: 85.300 (2007), 87.900 (2008), 88.600 (2009), 90.400 (2010) y 91.300 en lo que va de este 2011.
En resumen, graficado:
La venta dominical del diario de Noble, la más importante en términos cuantitativos y la que con sus tapas contiene el mayor peso semántico frente al gobierno actual, corre con la misma suerte. Sus ventas han caído un 21,7% desde la asunción de la mandataria. Pasó de vender casi 780.000 ejemplares a 610.000.
Si se observan los números de una manera más discriminada, no es difícil encontrar -a este descenso- causas directamente relacionadas con relevantes sucesos políticos vividos en el país. Dos, fácilmente observables, se ejemplifican a continuación.
· La primera caída abrupta en ventas se encuentra en el paso del año 2008 al 2009, especialmente en el primer semestre donde el campo comenzó con el famoso lock-out patronal amparado, entre otros, por el diario Clarín. En ese año sus ventas cayeron un 8,2%. Probablemente aquí, muchos lectores hayan perdido identificación con el medio por la posición adoptada.
· La segunda, y la más letal, fue el 9,7% que disminuyó a fines de 2010. No por azar, ni por cuestiones de poder adquisitivo, el diario sufrió, únicamente de octubre a noviembre, una caída de casi 8 puntos (post fallecimiento del ex Presidente Nestor Kirchner).
Clarín ha cambiado. Los medios en Argentina, han cambiado. La gente y su incredulidad, también.
No es casual, en los grandes grupos económicos ninguna decisión es deparada al azar, que MUY, el nuevo emprendimiento empresarial, intente presentarse como “sensacionalista” y arrimarse al nicho de quién no deja de crecer en ventas: Diario Popular.
A veces, el forzar algo que no se es, el mostrar o acaparar espacios que jamás serán propios, puede quedar a la vista MUY rápidamente. A veces, también, el sensacionalismo mal logrado puede rozar lo grotesco, lo chabacano, y muchas otras, lo “incomprable”.
Gracias a la labor de algunos periodistas, actores de la cultura, militantes, organizaciones sociales y políticos comprometidos, se desinstaló la verdad absoluta del medio. Sus objetivos y sus intereses quedaron al descubierto como los del resto de los grupos.
En esta oportunidad no son las voces, ni las imágenes, sino los números quienes demuestran que la credibilidad del diario de Noble está en jaque. Se acabaron los tiempos en que “lo que dice Clarín, es lo que ocurre”.
Clarín tiene sus intereses, y el Pueblo –o gran parte de este- otros.
Llegó, al fin, el momento de cambiar una vieja frase del periodismo tradicional:
Ya no es “Un gobierno no resiste tres tapas seguidas de Clarín”, sino, “Clarín, no resiste tres gobiernos populares seguidos”.
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