La futurología parece no ser buen oficio para los que, poco a poco, se van retirando de la política. Elisa Carrió declaraba en el año 2008: “El Kirchnerismo no existe más”. Su compañera política en ese entonces, Patricia Bullrich, se animó a ir más lejos: “El Kirchnerismo está muerto”. Meses antes Das Neves, aseguró: “Está más muerto que nunca”. Y solo hace tres días, Lopez Murphy, vaticinó: “El Kirchnerismo está en extinción”.
Es cierto que ninguno de los citados se destaca por su buena relación con los números, al estilo Adrián Paenza, pero parecen haber estado algo lejos del presagio mortal hacia el modelo de país encabezado por la Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner. O quizá, me animo a inferir, fueron análisis incompletos y lo que querían expresar eran ideas que iban en otra línea, por ejemplo:
Carrió quiso asegurar que: “El kirchnerismo no existe más… como fuerza únicamente en el conurbano sin peso en la Ciudad de Buenos Aires ni representatividad en las provincias de Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Evidentemente, y como los expresaron los números, su existencia como fuerza principal es en todo el territorio nacional”.
Tal vez a Patricia Bullrich no la dejaron terminar la oración y remataba: “El Kirchnerismo está muerto… de ganas por continuar profundizando un modelo de políticas sociales y económicas que devuelvan a la clase trabajadora sus derechos, y de aquí a cuatro años, se vislumbre una verdadera redistribución de la riqueza”.
Lopez Murphy tuvo una distorsión en su exposición fonética y su frase, en realidad, era: “El Kichnerismo está en extensión… cuantitativa a nivel territorial. Recuperó regiones pertenecientes al campo, que en 2009 había perdido, y hoy lograron posicionarse y darse cuenta que la lucha es contra los intereses y explotaciones de la oligarquía terrateniente, y no contra los pequeños productores”.
Lo que no existe más, según las urnas, es la creencia ciega a los oligopolios imperantes. Cuando las ventas de los diarios opositores caen durante 4 años seguidos y la credibilidad del gobierno nacional aumenta sin límites, y emerge una nueva ley de radiodifusión legitimada por amplia mayoría, se evidencia un descreimiento hacia cierta parte de la prensa tradicional.
Lo que está muerto, según las urnas, es el politiqueo de los noventa y el reculeo hacia las políticas de recorte jubilatorio. Lo que está muerto es el referente Duhaldista (hasta en Lomas de Zamora) y la idealización del Ricardismo (hasta en el propio Chascomús).
4 comentarios:
Impecable!. Muy buena la nota!. Ayer a la noche pensaba algo similar, justamente recordando esas mismas frases, como tantas otras de algunos periodistas. El sol no puede taparse con las manos, aunque algunos lo sigan intentando.
Muy bueno tu blog! Casi lo mismop dice Aliverti en el Página 12 de hoy: "se vivía un clima antioficialista expandido, enérgico, imparable, poco menos que terminal. Macri había “hundido” al kirchnerismo, sin ir más lejos. Santa Fe y Córdoba extendieron esa semántica, con verbos de igual tenor y figuras como “ocaso” y “fin de ciclo”. Da vergüenza ajena repasar las notas de opinión y los comentarios sucedidos desde la primera vuelta capitalina. Por sentido común y desde la valoración profesional. No termina causando ninguna gracia, como periodista, el bastardeo al oficio hasta este extremo cuyo salvajismo no se relaciona con el mal gusto de la retórica desmedida, que es cuestión de cada quien, sino con la falsedad de los datos. Ni siquiera con la manipulación. En torno del periodismo, cuando se dice “falsedad”, la palabra tiene una carga connotativa insuperable, porque implica que se viola un precepto básico. Que se traiciona al lector, al oyente. No es que hay una parte de la información que se relativiza en aras de un razonamiento juzgado como trascendente. No: mintieron en forma directa".
Y bueno. Ya todos sabemos cómo operan. Y aunque repitan sus mentiras, tenemos destino de mayores guarismos que los obtenidos el pasado 14 de agosto. Así que... VAMOS POR MAS!!!
Muy bueno Dami... Me encantó
"Los muertos que vos matais (para la opo) gozan de buena salud" José Zorilla (escritor español). Aguante monomanía cultural, una verdadera pesadilla para el pensamiento único neoliberal. Abrazo
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