jueves, 15 de noviembre de 2012

Guillermo Mastrini: “Sin intervención estatal algunas industrias culturales desaparecerían”


Entrevista a Guillermo Mastrini
(Por Damián Fresolone para Caras y Caretas)
 
La génesis de la Cultura como actividad industrial, su papel actual y la intervención del estado para garantizar el acceso.

Guillermo Mastrini es profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, director de la Maestría en Industrias Culturales de la Universidad Nacional de Quilmes y coautor de Los monopolios de la verdad y Periodistas y magnates, entre otros.

¿Cómo caracteriza la génesis de la Industria Cultural en las sociedades modernas?
- Del universo de la circulación cultural en la humanidad, lo producido por la industria es un porcentaje bajo, pero es a su vez la que tiene la inmensa particularidad y responsabilidad de conectar la cultura con el gran público. El sector de bienes y servicios culturales, comparado con otras actividades, demoró muchísimo su industrialización por una tendencia a pensar que las particularidades de la cultura -y especialmente del trabajo creativo- difícilmente puedan ser guiadas por las lógicas del capitalismo; así todo, lograda la industrialización, convive con una constante incertidumbre y riesgo económico. Bajo este contexto es que las sociedades del siglo XX aumentan de manera exponencial el consumo de cultura -no solo industrial-, pasando de manos de pequeñas elites a diversos sectores.

Frente a la posición de los primeros teóricos, Theodor Adorno y Max Horkheimer, sobre la industrialización de la cultura ¿Qué lectura puede hacerse desde la actualidad?
- De los primeros teóricos hay que reconocer que observaron un fenómeno donde nadie lo había observado; el pensamiento frankfurtiano leyó, antes de la mitad del siglo XX, que el camino de la cultura iba indispensablemente hacia un proceso de industrialización. Por otro lado, ellos tendían a afirmar que al producir la cultura de manera industrial compartiría las mismas lógicas de producción que cualquier otra industria; desde mi punto de vista esto no es así, si bien se asimilan cuestiones generales -ganancia y producción en serie-, al mismo tiempo sigue manteniendo una lógica muy particular y una especificidad en sus propias reglas económicas que lo distinguen de otras industrias –polo cultural vs. polo comercial-. Por otro lado, lo que los teóricos no vieron, y hoy es innegable, es que la industria cultural puede generar, además de masividad, calidad estética.

¿Qué lugar debe ocupar el Estado frente al mercado cultural en las sociedades capitalistas?
- Precisamente por las dificultades en la conformación de la industria cultural y su inestabilidad es indispensable una acción estatal que garantice dos cuestiones: la primera, la mera existencia -en algunos casos- de esa industria cultural, de lo contrario guiada sólo por una lógica del mercado desaparecería por no ser sustentable. Un ejemplo claro en nuestro país es la industria del cine, en la que menos del 5 por ciento de las producciones son económicamente rentables. La segunda, se vincula con la diversidad, la pluralidad y el acceso; es la encargada de garantizar la llegada de determinados bienes y servicios a sectores disímiles de la población. Hoy, aun cuando la industrialización ha permitido que gran parte de la sociedad vea posibilitado su acceso, siguen existiendo sectores restringidos sobre los que actúa el estado con políticas sectoriales; como es el caso de la televisión digital terrestre llevando la señal a lugares donde no existía.

Las formas de producción y consumo de bienes culturales se han visto modificadas por la intervención de Internet ¿Arribamos a la “democratización de la cultura” o a la “globalización del bien cultural” que pierde su identidad?
Creo que por las propias contradicciones del sistema capitalista podemos verificar ambas cosas. Por un lado, no hay dudas que hubo una democratización del acceso a los bienes culturales con tan solo recordar el consumo de las sociedades a mitad del siglo XIX. Dicha expansión se ha dado en términos geográficos y sectoriales. Además, la digitalización abarata los costos de producción a tal manera que pueden producirse bienes de alta calidad a bajo costo. Contra esto, también es innegable que aquellos que logran imponer productos a nivel mundial aumentan sus ganancias de manera exponencial, generando una tendencia a globalizar este tipo de bienes y servicios. En sí, los dos procesos están presentes, y es allí donde la política pública tendrá el rol significativo y primordial de impedir que sólo uno de estos se imponga. Esta “democratización versus globalización” no son más que dinámicas contradictorias dentro de las propias contradicciones de la estructura capitalista actual.

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