Entrevista a Guillermo Mastrini
(Por Damián Fresolone para Caras y Caretas)
La génesis de la Cultura como actividad
industrial, su papel actual y la intervención del estado para garantizar el
acceso.
Guillermo Mastrini
es profesor titular en la
Facultad de Ciencias Sociales de la UBA , director de la Maestría en Industrias
Culturales de la Universidad Nacional
de Quilmes y coautor de Los monopolios de
la verdad y Periodistas y magnates, entre
otros.
¿Cómo caracteriza la génesis de la Industria Cultural
en las sociedades modernas?
- Del universo
de la circulación cultural en la humanidad, lo producido por la industria es un
porcentaje bajo, pero es a su vez la que tiene la inmensa particularidad y
responsabilidad de conectar la cultura con el gran público. El sector de bienes
y servicios culturales, comparado con otras actividades, demoró muchísimo su
industrialización por una tendencia a pensar que las particularidades de la
cultura -y especialmente del trabajo creativo- difícilmente puedan ser guiadas por
las lógicas del capitalismo; así todo, lograda la industrialización, convive
con una constante incertidumbre y riesgo económico. Bajo este contexto es que
las sociedades del siglo XX aumentan de manera exponencial el consumo de
cultura -no solo industrial-, pasando de manos de pequeñas elites a diversos
sectores.
Frente a la posición de los primeros teóricos, Theodor
Adorno y Max Horkheimer, sobre la industrialización de la cultura ¿Qué lectura
puede hacerse desde la actualidad?
- De los
primeros teóricos hay que reconocer que observaron un fenómeno donde nadie lo había
observado; el pensamiento frankfurtiano
leyó, antes de la mitad del siglo XX, que el camino de la cultura iba
indispensablemente hacia un proceso de industrialización. Por otro lado, ellos
tendían a afirmar que al producir la cultura de manera industrial compartiría
las mismas lógicas de producción que cualquier otra industria; desde mi punto
de vista esto no es así, si bien se asimilan cuestiones generales -ganancia y
producción en serie-, al mismo tiempo sigue manteniendo una lógica muy particular
y una especificidad en sus propias reglas económicas que lo distinguen de otras
industrias –polo cultural vs. polo comercial-. Por otro lado, lo que los
teóricos no vieron, y hoy es innegable, es que la industria cultural puede generar,
además de masividad, calidad estética.
¿Qué lugar debe ocupar el Estado frente al mercado
cultural en las sociedades capitalistas?
- Precisamente
por las dificultades en la conformación de la industria cultural y su inestabilidad
es indispensable una acción estatal que garantice dos cuestiones: la primera, la
mera existencia -en algunos casos- de esa industria cultural, de lo contrario guiada
sólo por una lógica del mercado desaparecería por no ser sustentable. Un ejemplo
claro en nuestro país es la industria del cine, en la que menos del 5 por
ciento de las producciones son económicamente rentables. La segunda, se vincula
con la diversidad, la pluralidad y el acceso; es la encargada de garantizar la
llegada de determinados bienes y servicios a sectores disímiles de la
población. Hoy, aun cuando la industrialización ha permitido que gran parte de
la sociedad vea posibilitado su acceso, siguen existiendo sectores restringidos
sobre los que actúa el estado con políticas sectoriales; como es el caso de la
televisión digital terrestre llevando la señal a lugares donde no existía.
Las formas de producción y consumo de bienes
culturales se han visto modificadas por la intervención de Internet ¿Arribamos
a la “democratización de la cultura” o a la “globalización del bien cultural” que
pierde su identidad?
Creo que por
las propias contradicciones del sistema capitalista podemos verificar ambas
cosas. Por un lado, no hay dudas que hubo una democratización del acceso a los
bienes culturales con tan solo recordar el consumo de las sociedades a mitad
del siglo XIX. Dicha expansión se ha dado en términos geográficos y
sectoriales. Además, la digitalización abarata los costos de producción a tal
manera que pueden producirse bienes de alta calidad a bajo costo. Contra esto,
también es innegable que aquellos que logran imponer productos a nivel mundial aumentan
sus ganancias de manera exponencial, generando una tendencia a globalizar este
tipo de bienes y servicios. En sí, los dos procesos están presentes, y es allí
donde la política pública tendrá el rol significativo y primordial de impedir
que sólo uno de estos se imponga. Esta “democratización versus globalización”
no son más que dinámicas contradictorias dentro de las propias contradicciones de
la estructura capitalista actual.
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