miércoles, 5 de diciembre de 2012

PBI Cultural: Una ecuación en aumento


(Por Damián Fresolone para Caras y Caretas de Noviembre)


La industria cultural, compuesta principalmente por el sector audiovisual, editorial, musical y de las artes escénicas, se encuentra en constante crecimiento generado por un incremento continuo de la producción y el consumo. Cuando a mediados del siglo XX Theodor Adorno y Max Horkheimer desarrollaron las primeras conceptualizaciones sobre la entonces naciente Industria de la cultura, resultaba impensado sospechar el lugar destacado que hoy ocupa esta actividad en la economía de las sociedades contemporáneas.
         Particularmente en Argentina, el Producto Bruto Interno Cultural (PBI Cultural), entendido como el valor monetario total de los bienes y servicios referentes a la cultura, marcó por octavo año consecutivo un aumento en sus valores corrientes, en su crecimiento porcentual interanual y en su incidencia dentro del PBI total nacional, según estadísticas brindadas por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA). Mientras que en 2004, luego de la crisis económica y social, el volumen del PBI Cultural se presentaba inferior a los 9.000 millones de pesos, en 2011 la cifra superó los 56.000 millones a precios corrientes. Este aumento significa un crecimiento interanual de quince puntos promedio, lo cual duplica al incremento del PBI total.
         Para lograr una mayor dimensión de lo que representa la industria cultural en nuestro país puede observarse su participación dentro de la economía local. En 2004, el 2,4 por ciento del PBI total era aportado por producciones culturales; en 2011, la participación de la cultura se incrementó periódicamente hasta trepar al 3,83 por ciento del PBI, con tendencia a continuar el ascenso llegando a valores cercanos al 4 por ciento en el año actual. Esta cifra revela que el sector representa una participación mucho más significativa que la de algunos espacios considerados centrales en la economía como ser la actividad minera (aporta la mitad que la cultura) y la pesca (su contribución es veinte veces inferior a la del sector en cuestión).
          Según Natalia Calcagno, coordinadora general del SInCA, este crecimiento vertical del PBI cultural, incluso a tasas mayores que las del PBI total, puede explicarse por la característica elástica del consumo de este tipo de bienes y servicios en relación a los ingresos. Una disminución en el poder adquisitivo de la sociedad –como la de 2001- recae de manera directa en los productos resignables, entre ellos la cultura; por contrario, el aumento en el ingreso corriente de los hogares se refleja de inmediato en el mercado cultural generando crecimientos a tasas extraordinarias como ocurrió en estos últimos ocho años.


2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
PBI Cultural (*)
8.763
12.000
16.331
21.621
29.637
35.879
44.116
56.679
Participación del PBI Cultural (**)
2,47%
2,72%
2,78%
3,16%
3,52%
3,66%
3,74%
3,83%
(*) En millones de pesos a precios corrientes
(**) Porcentaje de participación del PBI Cultural sobre el PBI Total


         
          Posiblemente, en el imaginario social, dicha contribución de los bienes y servicios culturales a la economía no sea reconocida en su plenitud, como tampoco los más de 300 mil puestos de trabajo que la actividad provee al mercado del empleo. Sin embargo, el poder político sí reconoce este fenómeno y actúa en cuestión sobre la producción y el consumo generando distintos espacios de promoción e intercambio a nivel local, nacional e internacional.


El boom audiovisual y la constancia editorial
Al analizar los movimientos de cada uno de los sectores productivos de bienes y servicios culturales se visualiza una notoria preponderancia de la actividad audiovisual -cine, televisión y producciones para Internet-, seguida por el activo sector editorial que, tras años de continuo crecimiento, es reconocido como uno de los más significativos del continente. Detrás, con participaciones notoriamente inferiores, se encuentran la industria fonográfica, la del diseño y las producciones de artes escénicas.

Según datos publicados por el INCAA, el cine alcanzó durante 2011 su máxima recaudación por venta de entradas superando los 908 millones de pesos, un 32 por ciento más que en 2010 y casi el doble comparándolo con 2009. Si bien parte de este incremento se explica a través del aumento del valor de los tickets, otra porción surge de la cantidad de entradas vendidas. Mientras que en 2009 se adquirieron menos de 34 millones, en 2010 el número ascendió a 38 millones y el último año la cifra superó los 40, totalizando un aumento del 18 por ciento en la relación trianual. Muchos vaticinaban la muerte de la pantalla grande en manos de la “anarquía” irresoluble de la web y las copias ilegales; sin embargo, el cine parece haber encontrado su soslaye con las producciones en tres dimensiones. Al menos eso indican los números: nueve de las diez películas más vistas fueron proyectadas en 3D.
El segundo sector en volumen de participación, el del libro, rompió en 2011 todos los récords de producción. Según cifras publicadas por la Cámara Argentina del Libro (CAL) se lanzaron al mercado 26.932 novedades, lo que representa un 18 por ciento más que el año anterior, y 4.238 reimpresiones, un 16 por ciento más que en 2010. Es importante resaltar la diferencia entre un título reimpreso, ya publicado con cierto éxito comprobado en el mercado, y una novedad, de la cual se desconoce por absoluto su recepción en el lector. Esto no indica otra cosa que la confianza de los editores en el mercado del libro.

Compromiso latinoamericano
El desarrollo de la industria cultural no es una particularidad argentina; la región de América del Sur en su totalidad vive un período de auge tanto en la producción como en el consumo de este tipo de bienes. Si bien el PBI Cultural argentino es el más significativo, países como Colombia y Chile aumentaron la participación de esta actividad en la economía alcanzando los 3 y 2,6 puntos respectivamente, cifras impensadas una década atrás. Por otra parte, a pesar de no contar con estadísticas oficiales, los Ministerios de Cultura boliviano, ecuatoriano y venezolano aseguran que la tendencia en dichos países acompaña la línea creciente del resto del continente.
          Otro ejemplo del compromiso y la intervención de los gobiernos en las culturas locales se evidencia con el cambio de rango generado en los últimos años por la mayoría de los países miembros de la Unasur, los cuales ascendieron de secretarias a ministerios a sus respectivas dependencias de la cultura. Algunas, a su vez, realizaron modificaciones nominales con cierto peso semántico, como ser el Ministerio de Culturas del Estado Plurinacional de Bolivia creado en 2009 y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura Bolivariana instituido durante la tercera presidencia de Hugo Chávez.La Cultura en la balanza: Sustituyendo
Existe un aspecto en el cual los números no le son favorables a la industria cultural argentina: la balanza comercial. En 2011, el comercio exterior de bienes y servicios cerró con un déficit de 221 millones de dólares, según estimaciones del SInCA. Gran parte de este déficit proviene del sector editorial el cual, por una cuestión de costo beneficio, realizaba la totalidad de la producción del libro dentro del país pero imprimía los ejemplares en el exterior (China y Uruguay) produciendo así una entrada de bienes importados no tradicional. Tras un acuerdo entre la Secretaría de Comercio y las Cámaras que nuclean a los editores, lograron a mediados de año equiparar las importaciones frente a las exportaciones. Así, se prevé una balanza comercial de bienes culturales equilibrada en 2012.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Guillermo Mastrini: “Sin intervención estatal algunas industrias culturales desaparecerían”


Entrevista a Guillermo Mastrini
(Por Damián Fresolone para Caras y Caretas)
 
La génesis de la Cultura como actividad industrial, su papel actual y la intervención del estado para garantizar el acceso.

Guillermo Mastrini es profesor titular en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, director de la Maestría en Industrias Culturales de la Universidad Nacional de Quilmes y coautor de Los monopolios de la verdad y Periodistas y magnates, entre otros.

¿Cómo caracteriza la génesis de la Industria Cultural en las sociedades modernas?
- Del universo de la circulación cultural en la humanidad, lo producido por la industria es un porcentaje bajo, pero es a su vez la que tiene la inmensa particularidad y responsabilidad de conectar la cultura con el gran público. El sector de bienes y servicios culturales, comparado con otras actividades, demoró muchísimo su industrialización por una tendencia a pensar que las particularidades de la cultura -y especialmente del trabajo creativo- difícilmente puedan ser guiadas por las lógicas del capitalismo; así todo, lograda la industrialización, convive con una constante incertidumbre y riesgo económico. Bajo este contexto es que las sociedades del siglo XX aumentan de manera exponencial el consumo de cultura -no solo industrial-, pasando de manos de pequeñas elites a diversos sectores.

Frente a la posición de los primeros teóricos, Theodor Adorno y Max Horkheimer, sobre la industrialización de la cultura ¿Qué lectura puede hacerse desde la actualidad?
- De los primeros teóricos hay que reconocer que observaron un fenómeno donde nadie lo había observado; el pensamiento frankfurtiano leyó, antes de la mitad del siglo XX, que el camino de la cultura iba indispensablemente hacia un proceso de industrialización. Por otro lado, ellos tendían a afirmar que al producir la cultura de manera industrial compartiría las mismas lógicas de producción que cualquier otra industria; desde mi punto de vista esto no es así, si bien se asimilan cuestiones generales -ganancia y producción en serie-, al mismo tiempo sigue manteniendo una lógica muy particular y una especificidad en sus propias reglas económicas que lo distinguen de otras industrias –polo cultural vs. polo comercial-. Por otro lado, lo que los teóricos no vieron, y hoy es innegable, es que la industria cultural puede generar, además de masividad, calidad estética.

¿Qué lugar debe ocupar el Estado frente al mercado cultural en las sociedades capitalistas?
- Precisamente por las dificultades en la conformación de la industria cultural y su inestabilidad es indispensable una acción estatal que garantice dos cuestiones: la primera, la mera existencia -en algunos casos- de esa industria cultural, de lo contrario guiada sólo por una lógica del mercado desaparecería por no ser sustentable. Un ejemplo claro en nuestro país es la industria del cine, en la que menos del 5 por ciento de las producciones son económicamente rentables. La segunda, se vincula con la diversidad, la pluralidad y el acceso; es la encargada de garantizar la llegada de determinados bienes y servicios a sectores disímiles de la población. Hoy, aun cuando la industrialización ha permitido que gran parte de la sociedad vea posibilitado su acceso, siguen existiendo sectores restringidos sobre los que actúa el estado con políticas sectoriales; como es el caso de la televisión digital terrestre llevando la señal a lugares donde no existía.

Las formas de producción y consumo de bienes culturales se han visto modificadas por la intervención de Internet ¿Arribamos a la “democratización de la cultura” o a la “globalización del bien cultural” que pierde su identidad?
Creo que por las propias contradicciones del sistema capitalista podemos verificar ambas cosas. Por un lado, no hay dudas que hubo una democratización del acceso a los bienes culturales con tan solo recordar el consumo de las sociedades a mitad del siglo XIX. Dicha expansión se ha dado en términos geográficos y sectoriales. Además, la digitalización abarata los costos de producción a tal manera que pueden producirse bienes de alta calidad a bajo costo. Contra esto, también es innegable que aquellos que logran imponer productos a nivel mundial aumentan sus ganancias de manera exponencial, generando una tendencia a globalizar este tipo de bienes y servicios. En sí, los dos procesos están presentes, y es allí donde la política pública tendrá el rol significativo y primordial de impedir que sólo uno de estos se imponga. Esta “democratización versus globalización” no son más que dinámicas contradictorias dentro de las propias contradicciones de la estructura capitalista actual.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Chávez: ¿Dictadura o Democracia socialista semi-directa?

(por Damián Fresolone)


Mucho se puede leer y escuchar en los medios fedecámaras-opositores (venezolanos) y clarín-dependientes (argentinos) sobre la falta de libertades individuales en la República Bolivariana de Venezuela, sobre el control y la intervención extrema del Estado y sobre la explotación de un modelo poco democrático caracterizado como la “Dictadura chavista”. Sin embargo, la práctica cívica activa y la Constitución Venezolana sancionada en 1999 dicen lo contrario; esta última otorga -entre otras facultades- ciertas herramientas de poder ciudadano sin precedentes en los países de la región latinoamericana.

              Electo con el 56 por ciento de los votos en febrero de 1999, Hugo Chávez, apenas asumió al poder -y tal como lo prometía en su plataforma electoral- encabezó un proyecto para reformar la constitución de 1961 colocando la decisión en manos del pueblo a través del 1º Referéndum (25-04-1999) de su gestión. La ciudadanía votó a favor de la reforma en un 81 por ciento.

Luego de meses de trabajo, el texto final de la flamante Constitución fue nuevamente puesto a decisión y voluntad de los venezolanos. En este 2º Referéndum (15-12-1999), más de 71 por ciento de los electores aprobaron el documento, y tan sólo el 28 por ciento lo rechazó.

Esta nueva Constitución venezolana incluye un apartado ajeno a la región. En su artículo 72 establece que “todos los cargos de votación popular son revocables. Un número no menor del 20 por ciento de los electores, podrá solicitar un referéndum para hacerlo”Este se completa con el artículo 233, el cual indica que será falta absoluta del presidente "la revocatoria popular de su mandato". No sólo eso, el artículo 73 permite llamar a referéndum en caso de un tratado internacional, y el 71 habilita a hacerlo en cualquier temática de trascendencia nacional. Sin dudas, una aptitud real otorgada al pueblo para aumentar la participación en el sistema democrático.

Continuando con los ejemplos ilustrativos podemos señalar la intención de Hugo Chávez de renovar por completo la cúpula de dirigentes sindicales. Sin enmienda ni decreto mediante, volvió a someter una postura personal a decisión popular llamando al 3º Referéndum (03-12-2000) denominado “Referéndum Sindical”. En este caso, el apoyo al proyecto fue del 62 por ciento de los electores.

 La oposición, luego de una nueva derrota en las elecciones presidenciales de 2000, y posterior al lamentable intento de golpe de Estado en 2002, intentó utilizar -sin éxito- esta herramienta de decisión popular; convocó al 4º Referéndum (15-08-2004) denominado “revocatorio” por la oposición y “ratificativo” por el oficialismo. Nuevamente, el pueblo se inclinó a favor de la continuidad del socialismo bolivariano en un 59 por ciento, mientras que un 40 optó por la revocación del mandato presidencial.

   Poco a poco, el contexto de dirigentes latinoamericanos irían acompañando la revolución socialista venezolana en mayor o menor medida, y el presidente Chávez encontraría nuevos aliados en la región, principalmente Néstor Kirchner y Lula Da Silva, que se le sumarían al líder cubano Fidel Castro.

  Claro que, como en toda apuesta democrática, a veces se triunfa y otras se cae derrotado. Es este otro ejemplo en el que radica la indispensable intervención de la ciudadanía venezolana para fortalecer la democracia no sólo en los comicios presidenciales tradicionales. Así es como en 2007, el Partido Socialista Unido de Venezuela propuso el 5º Referéndum (02-12-2007) con el objetivo de modificar 67 artículos de la nueva Constitución. En este caso, y tras nueve años de continuos apoyos populares, el resultado fue adverso, el 51 por ciento optó por en “NO”, mientras que el 49 lo hizo por el “SI”.

 La revancha, en términos políticos con vocabulario futbolero, se vivió dos años más tarde cuando el 55 por ciento de los venezolanos, en el 6º Referéndum (15-02-2009), optó por una enmienda constitucional en la que se eliminaba el tope de reelecciones posibles de cualquier cargo electo de manera democrática.

 Fíjense que no he desarrollado aquí las cuatro elecciones presidenciales ganadas -por amplio margen- por el modelo Socialista bolivariano por creer que el acto electoral es el mínimo evento imprescindible para resguardar la democracia. Preferí, por contrario, mostrar aquellas herramientas de las cuales no todos los países gozan, pero que son indispensables para profundizar, purificar y mantener vivo el proceso democrático, y caracterizar, así, a la democracia venezolana como la única en la región con particulares semi-directas.

Es claro que la “Dictadura Chavista” no es más que una construcción de la oposición no sólo venezolana, sino mundial. La reciente victoria en las urnas, en propias palabras de Chávez, no significó un triunfo sobre un partido político rival, sino “el éxito contra un Frente Internacional”.

martes, 28 de agosto de 2012

A Macri no le cierra el 2013. . . ¿Matemática, estás ahí?

(por Damián Fresolone)



Siempre es más fácil destruir que construir.
Las últimas semanas del Jefe del Gobierno y su equipo del PRO se han caracterizado por una serie de acciones indiscriminadas enfocadas directamente a desacreditar al kirchnerismo que ellos, y los medios hegemónicos, denominan como “duro“ o “puro”. Es sencillo entender, conociendo la estructura parlamentaria, porque Mauricio Macri actúa de esta forma: porque no le cierra el 2013. Contra reloj, y sin una estructura política sólida es, repito, más fácil la destrucción que la construcción.


          
     A la conocida escasa representación del partido de Mauricio Macri en el Congreso Nacional (con tan solo once bancas en la Cámara baja y ninguna en la Cámara alta) se le suma la particularidad, aún más grave, de saber que ocho de once de los Diputados que posee ponen en juego sus lugares en las próximas elecciones legislativas, quedando sólo los espacios de Pinedo, Tonelli y Schmidt asegurados hasta 2015. Preocupante para quien pretende, en algo más de tres años, presidir el país.

     Más oscuro es el panorama si se analiza la situación en la Provincia de Buenos Aires. El 100 por ciento de las bancas que posee el macrismo en esta jurisdicción las pone en juego; justamente allí,  dónde su estratégico rival hacia 2015, el Frente para la Victoria, arriesga sólo 12 lugares de los 32 que posee, apenas el 37 por ciento.

    Nada mejora la situación si se pone el ojo en la Ciudad de Buenos Aires (sin duda el bastión del conservadurismo macrista). Allí, el oficialismo nacional posee 4 bancas que no pone en juego mientras que el PRO arriesgará 5 de sus 8 escaños.

     Para muchos, Santa Fe es la nueva esperanza del PRO luego de la inesperada elección realizada por el Miguel del Sel el año pasado. Sin embargo, ninguna banca responde a su partido, y de los 19 diputados que aporta dicha provincia al Congreso Nacional, 7 pertenecen al Frente para la Victoria, de los cuales sólo dos terminan su mandato el año próximo y cinco permanecerán hasta 2015.

     Por último, la ilusión cordobesa encabezada por Oscar Aguad, diputado electo por el radicalismo pero significativamente cercano a las filas del PRO, pone en juego también su banca. Mientras tanto, y mal que le pese a Macri, cuatro de los cinco legisladores del Frente para la Victoria en aquella sección tienen asegurado su lugar hasta 2015.

     Vistos estos números se evidencian dos aspectos. Por un lado, la incapacidad del Jefe de Gobierno porteño para diseñar un esquema representativo federal luego de comandar por cinco años la Ciudad que más visibilidad mediática otorga a cualquier político; por otro, la imposibilidad de despojar bancas del Frente para la Victoria cuándo estas no están en juego el año próximo.
El primer aspecto es solucionable a largo plazo, el segundo, sólo provoca impotencia.

A Macri, no le cierra el 2013…

lunes, 27 de agosto de 2012

A mi no me la vas a contar...



Es la primera vez que subo a mi blog un texto que no es de mi autoría. Léanlo y al final se enterarán por quién y cuándo fue escrito.

Resulta que antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Sobre todo lo chiquito. Pasaste de náufrago a financista sin bajarte del bote. Vos, sí, vos, que ya estabas acostumbrado a saber que tu patria era la factoría de alguien y te encontraste con que te hacían el regalo de una patria nueva, y entonces, en vez de dar las gracias por el sobretodo de vicuña, dijiste que había una pelusa en la manga y que vos no lo querías derecho sino cruzado.

¡Pero con el sobretodo te quedaste! Entonces, ¿qué me vas a contar a mí? ¿A quién le llevás la contra? Antes no te importaba nada y ahora te importa todo. Y protestás ¿Y por qué protestás? ¡Ah, no hay té de Ceilán!

Eso es tremendo. Mirá qué problema. Leche hay, leche sobra; tus hijos, que alguna vez miraban la nata por turno, ahora pueden irse a la escuela con la vaca puesta ¡Pero no hay té de Ceilán! Y, según vos, no se puede vivir sin té de Ceilán. Te pasaste la vida tomando mate cocido, pero ahora me planteás un problema de Estado porque no hay té de Ceilán.


Claro, ahora la flota es tuya, ahora los teléfonos son tuyos, ahora los ferrocarriles son tuyos, ahora el gas es tuyo, pero., ¡no hay té de Ceilán! Para entrar en un movimiento de recuperación como este al que estamos asistiendo, han tenido que cambiar de sitio muchas cosas y muchas ideas; algunas, monumentales; otras, llenas de amor o de ingenio; ¡todas asombrosas! El país empezó a caminar de otra manera, sin que lo metieran en el andador o lo llevasen atado de una cuerda; el país se estructuró durante la marcha misma; ¡el país remueve sus cimientos y rehace su historia!


Pero, claro, vos estás preocupado, y yo lo comprendo: porque no hay té de Ceilán. ¡Ah. ni queso!.¡No hay queso! ¡Mirá qué problema! ¿Me vas a decir a mí que no es un problema? Antes no había nada de nada, ni dinero, ni indemnización, ni amparo a la vejez, y vos no decías ni medio; vos no protestabas nunca, vos te conformabas con una vida de araña. Ahora ganás bien; ahora están protegidos vos y tus hijos y tus padres. Sí; pero tenés razón: ¡no hay queso! Hay miles de escuelas nuevas, hogares de tránsito, millones y millones para comprar la sonrisa de los pobres; sí, pero, claro, ¡no hay queso! Tenés el aeropuerto, pero no tenés queso.


Sería un problema para que se preocupase la vaca y no vos, pero te preocupás vos. Mirá, la tuya es la preocupación del resentido que no puede perdonarle la patriada a los salvadores.


Para alcanzar lo que se está alcanzando hubo que resistir y que vencer las más crueles penitencias del extranjero y los más ingratos sabotajes a este momento de lucha y de felicidad. Porque vos estás ganando una guerra.


Y la estás ganando mientras vas al cine, comés cuatro veces al día y sentís el ruido alegre y rendidor que hace el metabolismo de todos los tuyos. Porque es la primera vez que la guerra la hacen cincuenta personas mientras dieciséis millones duermen tranquilas porque tienen trabajo y encuentran respeto.


Cuando las colas se formaban no para tomar un ómnibus o comprar un pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla popular, o un empleo en una agencia de colocaciones que nunca lo daba, entonces vos veías pasar el desfile de los desesperados y no se te movía un pelo, no. Es ahora cuando te parás a mirar el desfile de tus hermanos que se ríen, que están contentos. Pero eso no te alegra porque para que ellos alcanzaran esa felicidad ¡ha sido necesario que escasease el queso!

No importa que tu patria haya tenido problemas de gigantes, y que esos problemas los hayan resuelto personas. Vos seguís con el problema chiquito, vos seguís buscándole la hipotenusa al teorema de la cucaracha, ¡vos, el mismo que está preocupado porque no puede tomar té de Ceilán! Y durante toda tu vida tomaste mate! ¿Y a quién se la querés contar? ¿A mí, que tengo esta memoria de elefante?

¡No, a mí no me la vas a contar!


Enrique Santos Discépolo, 1951.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Atando cabos y cadenas. . .

(por Damián Fresolone)



Luego del irrisorio intento de Laura Alonso (PRO) de suprimir, mediante un proyecto de ley, las cadenas nacionales basándose en que se trata de una “rémora del pasado autoritario”, La Nación vuelve a traer el tema a la mesa titulando: “Intiman a la Presidenta para que cese el uso reiterado de la cadena nacional”.

Cristina durante el acto inaugural en Haedo (Télam).          Atractivo y vendible para cualquier lector que bucea aburrido por la web parece el artículo, en especial por dos aspectos. Primero, por la aparición de un “nuevo” sector -y no ya Laura Alonso- que intenta machacar sobre la Cadena Nacional. Segundo, porque la utilización del verbo “intimar” implica, como bien señala la Real Academia Española, “requerir algo con autoridad o fuerza pública”.

        Pero veamos ¿Quién intimó a la Presidenta? La respuesta está en la misma intimación, la Fundación Bicentenario por la Transparencia y Control de las Políticas Públicas. No es complejo mencionar en que otras ocasiones esta fundación -no tan transparente- emitió comunicados y posiciones. Por ejemplo: fueron los principales opositores a la designación de Eugenio Zaffaroni y Carmen María Argibay como miembros de la Corte Suprema, participaron en la revocatoria del mandato de Aníbal Ibarra como Jefe de Gobierno porteño, alertaron al -en ese momento- Canciller Taiana sobre posibles violaciones a los Derechos Humanos por parte de Hugo Chávez justo cuando comenzaba a mencionarse a Venezuela como nuevo aliado al bloque del Mercosur. Por otra parte, algunos de sus miembros fundadores se vieron involucrados en complejos episodios tales como denuncias por discriminación en el Consejo de la Magistratura (link) y Autocréditos del Banco Ciudad por 607 mil pesos para remodelar una casa (link).

         Todo esto debería ser suficiente para que el término “intimar” dejara de adecuarse al emisor de la intimación, teniendo en cuenta que dicha fundación no pareciera tener autoridad -ni moral, ni ética, ni pública- para requerir pedido alguno.

         Pero vayamos al otro aspecto interesante: Es un “nuevo” sector -y ya no Laura Alonso del PRO- el que pide que se terminen estas Cadenas “inútiles”, lo cual sería interesante para el análisis. Pero, sinceramente, será más fácil y expedito refutar este punto que el anterior, pues el sector de “nuevo” tiene poco y nada. Justamente, sus integrantes responden al macrismo porteño -declarado muchas veces a viva voz por sus propios miembros, tanto fundadores como actuales referentes- y, más allá, lejos del “populismo latinoamericano”, aseguran mantener como referente internacional al Partido Popular de José María Aznar.

        Antes, desde la representación legislativa mediante la Diputada Laura Alonso, ahora, desde la supuesta confianza, transparencia y cordialidad que inspira el término “Fundación”.

Así, atando cabos y cadenas, se evidencia la excesiva preocupación del PRO por silenciar este tipo de manifestaciones utilizadas por la Presidenta -en exceso o no- para difundir noticias de alto impacto, sin manipulación hegemónica mediante, que de otra manera jamás alcanzarían significantes porcentajes de la sociedad. Resumiendo, y utilizando una frase de Ignacio Ramonet, la Cadena Nacional es -en el contexto moderno actual- “el Derecho tan sagrado que tiene todo ciudadano a acceder a una información no contaminada”.

Nota de La Nación "Intiman a la Presidenta para que cese el uso reiterado de la cadena nacional": (link)

miércoles, 15 de agosto de 2012

Dictadura de las mayorías. . . ¿o liberalismo emergente?

(por Damián Fresolone)



          Toda expresión tiene un peso semántico que le es propio; un volumen que depende del contexto en el cual fue presentada y una incidencia que radica, mayormente, en quién emite el mensaje.

          El lunes, en el programa Desde el Llano de TN, Elisa Carrio afirmó: “Hoy estamos frente a una dictadura de las mayorías”.
          Sin detenerme en la refutación, por demás obvia y sencilla, a la denuncia de Carrio, prefiero analizar el origen de la expresión y sus francos defensores en esta región del continente.

          Alexis de Tocqueville fue el gestor de dicho pensamiento, allá por el año 1835, en su libro La democracia en América. Allí, alertaba sobre el peligro que podrían producir las mayorías sobre las libertades individuales y un consecuente despotismo. Vale aclarar que Tocqueville fue un jurista y político francés pilar del movimiento liberalista.

Empero, sin retroceder tanto en el tiempo y sin viajar tanto por el globo geográfico... ¿Quiénes se hicieron eco de esta idea en la región latinoamericana contemporánea?

          En Bolivia, la expresión es empleada por el periodista Joaquín Monasterio Pinckert, crítico incansable del presidente Evo Morales. Quien en su artículo La dictadura de las mayorías, afirma: “Las cotidianas actitudes confrontacionales, tanto del presidente Evo como de su vice García Linera, que la gente las identifica como parte de una estrategia de poder político continental sustentada económicamente por el presidente Hugo Chávez de Venezuela, provocan reacciones también violentas, que podrían desencadenar no sólo una sino varias tragedias irreparables en el país”.


          En Uruguay, la abanderada es Hana Fischer, política, ensayista, y ferviente opositora a Pepe Mujica y, en especial, de sus políticas redistributivas del ingreso. Recientemente acaba de publicar el libro ¿Democracia o Dictadura de las mayorías? En este asegura que los gobiernos populares de America Latina están expandiendo un fenómeno alarmante: “En varios países se han instalado gobiernos que son democracias de origen, pero no de ejercicio”.


          Venezuela, por su parte, no podía quedarse atrás. En este caso, quién se apropió de la expresión y califica al gobierno de Hugo Chávez como una dictadura de las mayorías es la Organización por la Democracia Liberal en Venezuela, firme defensora del libre mercado y, como detalla su carta de presentación, en contra de “cualquier forma de construcción colectiva de la sociedad”.


          Queda claro que tanto la génesis como el uso corriente de la expresión parte de sectores proselitistas del liberalismo económico, del anticooperativismo y del individualismo ciudadano ¿El objetivo? Un supuesto salvataje al súbdito indefenso, una apertura de ojos al inocente ¿El blanco? Los gobiernos populares que coinciden, de una vez por todas, en la concepción de un Estado amplio, activo, participativo y con vastos consensos.


Argentina buscaba su referente, Elisa Carrio es la abanderada.

martes, 10 de julio de 2012

Más asistencia y más egresos en los colegios argentinos

(por  Damián Fresolone)

Los últimos datos que se desprenden del “Censo del Bicentenario” realizado el 27 de octubre de 2010 en materia educativa son positivos por donde se los mire. La última etapa del informe, publicada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, muestra que en todas las franjas etáreas el porcentaje de población que asiste a algún establecimiento educativo (estatal o privado) ha aumentado en relación al censo anterior de 2001.

          El incremento más exponencial se evidencia en los niños de 5 años (preescolar) quienes asisten en un 91,4 por ciento a diferentes establecimientos educativos, cifra netamente superior al 78,8 por ciento que arrojaba el censo del año 2001. Sin duda, este aumento, refleja las consecuencias directas de la Ley de Educación Nacional, puesta en marcha durante la presidencia de Néstor Kirchner, que establece como obligatoria la enseñanza a partir de los 5 años.


          Otro dato interesante se observa en los últimos dos años de la escuela secundaria, mientras que en 2001 el 79,4 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 17 años asistía al colegio secundario, en el último censo la cifra asciende al 81,6 por ciento lo que equivale, en términos absolutos, a casi 200 mil jóvenes más dentro del sistema educativo.

          Si realizamos una comparación geográfica de la asistencia a establecimientos educativos entre ambos censos notaremos que Santiago del Estero, Misiones y Jujuy son los tres distritos que marcaron un mayor ascenso en sus porcentajes en cada una de las franjas etáreas analizadas.

          Tan satisfactorios como los anteriores son los números que se desprenden al analizar las cifras de los porcentajes de complitud en cada uno de los niveles de la educación formal argentina. Según el “Censo del Bicentenario” el 68,3 por ciento de las personas que cursaron el nivel primario completaron el mismo, casi 2 puntos por encima que en el censo 2001. Mayor aún, es la diferencia en el nivel secundario, mientras el 51,5 por ciento terminaba los estudios en 2001, el 56,8 por ciento respondió haberlos finalizado en el último censo de 2010.

          Discriminando los datos según la distribución geográfica se observa que las provincias que más incrementaron su nivel de egreso del sistema educativo comparando ambos censos son Neuquén y Río Negro, en el nivel primario; mientras que Tierra del Fuego y Catamarca encabezan los aumentos en el nivel secundario.


lunes, 25 de junio de 2012

El hambre y las ganas de comer . . .

(por Damián Fresolone en Diario Registrado 26-06-2012)


La mesa está servida y la televisión prendida. Alguien habla del hambre y del frío, que algunos lo padecen y otros lo aprovechan...

          Existe una realidad global, y no sólo nacional ni regional, sobre la desigual distribución, génesis del hambre, en diversas poblaciones de las sociedades modernas. Y pongo hincapié en este tipo de sociedades ya que son las que revuelven inmensas masas de valores, productos, divisas virtuales y acumulaciones de capital inimaginables anteriormente.

          Sin entrar en la cocina de la minuciosidad de las distintas herramientas directas o indirectas, asistencialistas o estructuralistas, para minimizar las desigualdades y así erradicar, o reducir, “el hambre” en nuestro país, me detengo en aceptar que el mismo existe. Existe y sería necio negarlo. Casi tan necio como ocultar qué el mismo es inmensamente inferior al de décadas anteriores, llegando a declarar (desde algunos sectores nada cercanos al kirchnerismo) que es el momento “en que menos hambre hay en nuestro país".

          Más allá de distintos planes gubernamentales hay una herramienta vital para disminuir las desigualdades sociales que necesita, además de su ejecución, un constante apoyo y contribución de la sociedad civil. Esa herramienta es la distribución, no del ingreso sino, de los medios y estructuras de producción, minimizando, con la intervención del Estado, desigualdades en el Mercado por la excesiva posición dominante de corporaciones monopólicas u oligopólicas. Y, no casualmente, es ahí donde se yuxtaponen dos premisas similares en la literatura, pero antagónicas en la cotidianeidad: el hambre, por un lado; las ganas de comer, por el otro.

          Uno real, el otro forzado. Uno doloroso, el otro frívolo. Uno en disminución, el otro en continuo aumento.

          Sí, frente del hambre están las ganas de comer. Los carneros de la pluma y el papel prensa. Sentados a la mesa para acompañar el menú de cualquier plan con voluntades desestabilizadoras sin importar de donde venga el mozo. Empachados de pesimismo tercermundista y disfrutando cada burbuja de la copa que algunos quieren hacer rebalsar para volver a verla vacía, como hace diez años. Cuando llega el postre, despotrican a viva voz frente a los actos destituyentes contra otros presidentes latinoamericanos pero le brillan los ojos, si se mira en la botella, ante cualquier temblor que se produce fronteras adentro, ya sea en Callao o en La Matanza. Terminan de comer, jocosos, y con el café repleto de crema vuelven a pedir la carta para elegir entre las ofertas más rancias el nuevo menú estratégico que colabore más efectivamente en rebalsar el plato sopero de las catástrofes futuras.

          No nos equivoquemos, una cosa es el hambre, y otra, las ganas de comer de algunos periodistas devenidos en gourmet.     

jueves, 31 de mayo de 2012

La industria editorial también es récord

(Damián Fresolone para Revista Debate)

Durante 2011, la Ciudad de Buenos Aires fue declarada Capital Mundial del Libro por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (Unesco) y  los números que proporciona el propio sector indican que pequeñas, medianas y grandes editoriales decidieron apostar a un boom en el mercado local.
Según el registro de la Cámara Argentina del Libro (CAL), ente encargado de otorgar y administrar el ISBN para cada nuevo lanzamiento al mercado, 31.573 títulos fueron los producidos durante el último año (entre novedades y reimpresiones), lo que determina un aumento del 19,6 por ciento en relación a 2010 y marca un récord histórico para el sector. De esta manera, en los últimos ocho años la producción nacional de novedades creció casi un 120 por ciento. En la misma línea, marchó el aumento en la cantidad de ejemplares publicados, que superó los 103 millones anuales.
Los editores afrontan día a día la ardua tarea de comulgar la consciente distribución de contenidos y la formación de opinión con la balanza de un negocio que sea, al menos, rentable. Es de sencilla deducción que, mientras los títulos reimpresos tendrán un éxito ya aprobado en el mercado, los nunca antes publicados, las novedades, representan un mayor riesgo por desconocer la recepción en el lector. Bajo esta perspectiva, se vuelve necesario subrayar que estas novedades también llegaron a cifras sin precedentes con un total de 26.932 lanzamientos, 18,2 por ciento más que el año anterior, según informó el Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano (Cedem).
Como indica Gabriela Adamo, directora de la Fundación El Libro, si bien un crecimiento en la producción de novedades no implica directamente un aumento del mercado, la mayor variedad de títulos, acompañada del incremento en la producción de ejemplares, permite observar un crecimiento genuino del sector.

BIBLIODIVERSIDAD
El informe del Cedem realiza una distinción entre las publicaciones que pertenecen a editoriales propiamente dichas, es decir las empresas o cooperativas que hacen del libro su principal actividad comercial; y aquellas otras que provienen de otros espacios, como instituciones públicas, universidades o diarios que adjuntan a su ejemplar un libro o fascículo opcional. En esta discriminación, el núcleo comprendido exclusivamente por sellos editoriales concentra casi el cincuenta por ciento de la producción local y también ha alcanzado una suma récord de publicaciones, con más de 15.300 títulos, de los cuales el 75 por ciento corresponde a novedades.
Según Tomás Manoukian, joven editor del incipiente sello Tren en Movimiento, la aparición de más títulos puede significar el crecimiento de una práctica muy orientada a satisfacer demandas concretas de lectura, para las que antes no existía posibilidad de publicar. “Desde el colectivo editorial que conformo lo vemos como una democratización de las herramientas de edición. Si cada vez desde más ámbitos se llega al libro es porque este aura particular sigue intacta en el imaginario social”, asegura.
Por otro lado, la multiplicidad en la oferta de nuevos títulos de pequeñas y medianas tiradas, de tres mil ejemplares en promedio, muestra una expansión de las editoriales llamadas “de nicho” y de un comienzo sensato de la bibliodiversidad a la que muchos sectores de la edición defienden y promueven. El director de la carrera de Edición en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Mauro Dobruskin, explica: “Aunque los análisis son complejos, ya que la Argentina carece de datos específicos de la venta de libros y sólo se da a conocer información perteneciente a la producción, es claro que el mercado de consumo en general se encuentra en expansión”. Luego agrega que esta expansión está sostenida en la incorporación de un importante número de nuevos consumidores y en el incremento del nivel de consumo de franjas con ingresos medios y altos. “En este sentido se entiende el incremento en las novedades; y éstas son, probablemente, una de las variables más precisas para medir el nivel del mercado cultural”, afirma Dobruskin.
Por su parte, Esteban Zabaljauregui, jefe de ventas de la editorial Capital Intelectual, prefiere realizar un análisis más estructural del mundo del libro y -si bien asegura que las políticas de desarrollo para emprendedores y las compras por parte de los Estados nacionales, provinciales y municipales impactaron favorablemente en el sector editorial en los últimos años- remarca que se debe dejar de lado los costos a los que se somete la editorial, por el alto nivel de devoluciones, la obsolescencia y el almacenamiento.
Otro factor de incipiente pluralismo en el sector se desprende al realizar un recorrido por las casas editoras que publican año tras año nuevos materiales o reimpresiones. Mientras que en 1995 los sellos que registraron obras fueron 1.241; en 2000 lo hicieron 1.670; en 2008 un total de 2.285; en 2011 esa cifra ascendió a más de 2.400 editoriales. Este aumento se registra tanto en entidades públicas, universidades y demás organismos, como en la actividad editorial privada. 


LA LITERATURA COMO ESTANDARTE
Sumergirse en la fantasía literaria es, para muchos amantes del libro, el único momento íntimo de construcción personal; para otros, un simple espacio de distracción temporaria. Sea cual sea el deseo o la necesidad del lector, el sector editorial parece oír la demanda. Si bien la mayoría de las temáticas aumentaron su producción durante 2011, al segregar las obras inéditas se observa una amplia participación de aquellos títulos pertenecientes al sector de la ficción. Según informa la CAL, más del cuarenta por ciento de las novedades pertenecen a literatura general y/o infantil.
Pablo Braun, director general de Eterna Cadencia, editorial fundada a mediados de 2008, sostiene que el crecimiento del sector fue aportado por tres pilares fundamentales: por un lado, la creciente apertura de nuevos sellos editoriales; por el otro, el aumento en la producción de los grandes grupos tradicionales del libro; y por último, una interesante participación de la autoedición, que se ve favorecida, año tras año, con las nuevas tecnologías.
Del informe del Cedem se desprende que el 26 por ciento del total de los títulos publicados es aportado por obras pertenecientes a literatura general y el 14 por ciento proviene de literatura infantil y juvenil, sector en el cual también aumentó el número de actores involucrados. Valeria Sorín, directora general de Editorial La Bohemia, indica que luego del proceso de extranjerización que sufrieron en la década del noventa las editoriales especializadas, la emergencia de nuevos microemprendimientos, el nacimiento de los Incuba (programa de promoción y desarrollo de las industrias culturales), el aporte de la carrera de Edición y la ruptura conceptual del discurso único, favorecieron al auge de nuevas editoriales independientes.
Lejos de marcar un nuevo esquema en el mercado del libro, estas cifras récord en el sector de la literatura infantil refuerzan una tendencia generada desde 2003, cuando se empezaron a observar constantes crecimientos en sus volúmenes de novedades y ejemplares. Mientras que luego de la crisis económica y social de 2001 se habían lanzado poco más de trescientos títulos, durante 2011 se registraron casi tres mil cien nuevas obras dirigidas a este segmento. El mismo salto cuantitativo se percibe en la producción de ejemplares: de los casi tres millones y medio en 2001, se trepó a más de catorce millones en 2011.
“Sin duda, desde 2003 y hasta el presente, influyó de forma notable en el desarrollo del sector el auge del Estado (nacional,  provincial y de la Ciudad de Buenos Aires), que se hizo responsable de la promoción de la lectura y la abundancia de libros en las escuelas, porque hay que tener en cuenta que gran parte de las publicaciones de literatura infantil no pasan por las librerías. Esto provoca que haya una oferta inusitada de títulos, estéticas y voces autorales”, asegura Sorín.
La Ciudad de Buenos Aires es el epicentro comercial para gran parte de los sectores de la industria, pero, particularmente, la producción editorial manifiesta una concentración poco comparable con otros rubros. Según los últimos datos publicados por la Secretaría de Cultura de la Nación, el 62 por ciento de las casas editoras está localizado en distintos barrios porteños y un 17 por ciento en la provincia de Buenos Aires, por lo que sólo un veinte por ciento de las editoriales se encuentra disperso en el resto del país.
Ante este contexto, puede explicarse que los números sean similares al momento de la producción ya que casi el setenta por ciento de los títulos publicados durante 2011 fueron lanzados desde sellos con base en la Capital Federal y otro diez por ciento desde la provincia de Buenos Aires, seguidos muy de lejos por Córdoba (4,4 por ciento) y Santa Fe (3,9 por ciento). Esta concentración metropolitana es aún mayor si se pone el foco sobre la impresión de ejemplares, entre los municipios de Ciudad y Provincia obtienen el 96 por ciento de los volúmenes impresos dentro del país. Se trata, entonces, de un punto para rever en el camino a la democratización total del libro. Un sistema de producción adecuado en cada epicentro provincial facilitaría el acceso de aquellos sectores vulnerados y alejados de la urbanidad, ya que son las librerías quienes -en el circuito del libro- corren con el costo de los fletes, lo que provoca frecuentemente la imposibilidad de difundir determinados títulos en ciertas zonas geográficas.

EL LIBRO EN LA BALANZA
Según un informe de la consultora privada abeceb.com, la balanza comercial del libro cerró en 2011 con un déficit de 82 millones de dólares, cifras que coinciden con las publicadas por el Cedem hasta setiembre del mismo año. Si se practica un análisis más profundo sobre los últimos informes sobre comercio exterior argentino que publica el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), se observa que este déficit en la balanza del libro es el más alto registrado en los últimos diez años y está originado por un leve aumento en las exportaciones (49 millones de dólares), pero contrarrestado por un incremento superlativo en los libros importados, que llegan a 131 millones de dólares, cifra máxima en la década. Al comparar con los años anteriores se observa un incremento de las importaciones del 18 por ciento con relación a 2010 y del 31 por ciento contra 2009; mientras que las exportaciones sólo crecieron ocho puntos frente al año pasado.
Si bien estos primeros datos sirven para entender varios de los cuestionamientos hacia los sectores únicamente importadores de libros y entender el accionar de políticas que equiparen la balanza comercial, una situación aún más adversa existe en el mercado del libro argentino. El ingreso de ejemplares desde el exterior sólo debería originarse por aquellos títulos editados en otros países e importados para su distribución en librerías o mediante el servicio de courier (envíos personalizados aeropostales), pero llamativamente otros libros llegan al país para ser recibidos. Se trata de obras editadas por completo en la Argentina pero enviadas, en formato digital, al exterior (en su mayoría a China, Uruguay y México) para ser impresas por una simple conveniencia elemental de costo-beneficio. Según Héctor Di Marco, presidente de la Cámara Argentina de Publicaciones, un 16 por ciento (lo que equivale a más de 25 millones de ejemplares) de los libros vendidos durante 2011 fueron impresos fuera del país. Sin duda, este subgrupo de títulos, junto a los que desnivelan la balanza, también provoca ruidos y permite entender que cualquier país que mediante sus políticas proteja la industria nacional, en este caso la gráfica, aplicaría cierta revisión para que este ingreso no sea indiscriminado.
A juzgar por los números mencionados de la balanza comercial, parece ser que aquel acuerdo firmado en octubre de 2011 por las cámaras que agrupan a las editoriales nacionales y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, no mostró los resultados esperados a corto plazo. Mientras que por un lado, Isaac Rubinzal, presidente de la CAL que aglutina a algo más de quinientos pequeños y medianos sellos editoriales, se encargó de informar que desde su Cámara se encuentra la balanza equilibrada; por el otro, el presidente de la Cámara Argentina de Publicaciones, que conglomera un puñado de grandes grupos editoriales, prefirió advertir que no debería haber problemas “para todo lo que sea difusión de la cultura”.
Seguramente este debate no tendrá fin a corto plazo. Pero bastante más lejos de las balanzas comerciales, los gráficos de producción y las curvas de oferta y demanda, están los libros que gozan de buena salud. Basta sentarse en el colectivo y ver a sus coviajantes leer, o a aquellos lectores en las plazas del centro porteño en los horarios de almuerzo. A los jóvenes camino a la facultad y a los docentes de regreso a sus casas. Alcanza con pensar cuántos regalamos en cumpleaños, fiestas y otras fechas especiales, y cuántos recibimos como contraprestación, o simplemente con mirar el bolso y saber que debe haber uno al momento de emprender un viaje. O con fijar la vista en nuestra biblioteca y darnos cuenta de los que tenemos “de prestado” que nunca devolvimos y, tal vez, jamás devolvamos.