jueves, 26 de junio de 2014

Lo que la muerte nos dejó...

(por Damián Fresolone para "Caras y Caretas")

En un nuevo aniversario de la Masacre de Avellaneda, Caras y Caretas habló con Alberto Santillán, padre de Darío, y Eduardo Macaluse ex diputado nacional.

          “Hace demasiado frío en este lugar. Sigo caminando por el pasillo inmenso ¿Hacia dónde me dirijo? ¡Estoy perdido!”, exclama hoy una de las rojas paredes del hall central de la estación de tren de la línea Roca. Estación que hasta 1904 se nombraba Barracas al Sud, que todos conocen por Avellaneda, pero que desde hace poco más de seis meses es oficialmente denominada Darío Santillán y Maximiliano Kosteki.

          El 26 de junio de 2002, minutos antes de las doce del mediodía, organizaciones sociales, piqueteras y de trabajadores desocupados que mantenían un plan de lucha por la ampliación de diversas políticas sociales, descendían del Puente Pueyrredón y eran ferozmente reprimidas por la policía bonaerense. Entre los manifestantes, un joven que recién conocía la militancia territorial era herido de muerte desplomándose en el ingreso de la, en ese entonces, estación Avellaneda. A su lado, otro militante, tan joven como él, intentaba socorrerlo y minutos más tarde sería ejecutado por la espalda, cayendo en el patio de la misma estación. El primero era Maxi; el segundo, Darío.


          Dari nunca estaba en casa por todas sus actividades, pero justo el fin de semana anterior a su asesinato nos lo regaló entero”, recuerda Alberto Santillán, padre de Darío, quién se enteró a través de los medios de comunicación del homicidio de su hijo. Medios de comunicación que tantas veces estigmatizaron la lucha de los sectores piqueteros y que intentaron convencer a la sociedad de que los dos muertos habían sido consecuencia de una interna del movimiento o, quizá peor, de la abstracción misma de la crisis social y económica que reinaba en el país. “Creo que si de algo sirvió la muerte de Darío y Maxi fue para que muchos medios se interioricen realmente por sus vidas y sus acciones sociales”, agrega Alberto, quien con el orgullo de padre relata el largo camino militante que atravesó su hijo, desde el Centro de Estudiantes del Colegio Piedrabuena hasta convertirse en un referente del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Aníbal Verón.

          “Los pasillos no dirigen a ningún lugar. Tengo mucho frío, sin embargo mi sangre hierve fluyendo por mis venas. Siento que van a explotar”, continua describiendo la roja pared de la estación por la que cada mañana desfilan apresurados miles de pasajeros. Esa pared, hace doce años, no sólo vio pasar ensangrentados a Maxi y Darío, sino también a otros 33 heridos con balas de plomo, de los cuales quince fueron alcanzados en zonas de alto riesgo como el pecho o la cabeza. Vio pasar a más de 150 detenidos por las cuatro fuerzas de seguridad que operaron en conjunto: Policía Bonaerense, Policía Federal, Prefectura y Gendarmería. Vio pasar a mujeres, a niños, a jubilados y a trabajadores ocupados o no.

          Si bien asegura que “el tiempo no cura una mierda”, Alberto Santillán hoy puede enumerar las disputas ganadas desde aquel imborrable 26 de junio: “La bloquera era un sueño de Darío y sigue en pie, ahora se puso al frente su hermano, Leo. Sus ideales se ven reflejados en otros ojos, por ejemplo, en los de sus compañeros del Frente Popular Darío Santillán que generan puestos de trabajo, enseñan profesiones, dan talleres culturales, tienen una primaria y una secundaria con orientación popular. En fin, concientizan, como soñaba Darío”. Maxi, por su parte, hacía poco más de un mes que militaba; aquel bloqueo en el Puente Pueyrredón fue su primera y última manifestación junto al MTD. Dedicaba su vida al arte, pintaba, dibujaba y escribía. Sus compañeros recuerdan que, apenas se integró al espacio, donó un horno para hacer pan casero, el que usaba para trabajar sus piezas de cerámica.

          “Con mis últimas fuerzas hallé una puerta. La abro. Tan solitaria la inmensa habitación, sin vacilar me introduje en ella ¡Ahora sí estoy fuera!”, finaliza gritando esa pared roja de la estación de Pavón al 400. Esa misma pared que escuchó los estruendos de la represión, entre ellos, los disparos de Alfredo Fanchiotti y Alejandro Acosta, condenados a prisión perpetua por doble homicidio, pero nunca oyó la condena a los autores intelectuales. “La Justicia me debe eso. Pero nosotros, con los años, hemos conseguido en la calle lo que no en Tribunales. La condena social del máximo responsable, Eduardo Duhalde”, enfatizó Alberto.

          “Laberinto”, es lo primero que se lee hoy sobre la roja pared del hall de la estación. Es que así se titulan los versos citados con anterioridad cuyo autor fue Maximiliano Kosteki, meses antes de ser asesinado.

El largo camino de la ley

Este 12º aniversario de la Masacre de Avellaneda será el primero en el que la estación lleve oficialmente los nombres de Darío y Maxi. El largo camino comenzó hace siete años cuando el diputado nacional Eduardo Macaluse del bloque Unidad Popular presentó un proyecto de ley en la Cámara baja. “Los familiares y compañeros de los chicos nos pidieron el cambio de nombre como parte de una estrategia de lucha para que se esclarezca la verdad y fueran castigados todos los culpables. Por lo tanto la creación intelectual no fue mía, sino de ellos. Nosotros sólo pusimos la banca a disposición”, aclara el diputado.

          Presentado por primera vez en junio de 2006, el proyecto no fue tenido en cuenta dentro de las Comisiones por lo que perdió estado parlamentario. Dos años más tarde fue propuesto nuevamente, pero corrió la misma suerte. Recién en 2010, la iniciativa se trató en la última sesión de la Comisión de Trasporte, pero no fue incluida entre los proyectos a sancionar dentro del recinto el año parlamentario siguiente. Macaluse asegura que si bien no había una resistencia explícita de los bloques para aprobar el proyecto el mismo prefería cajonearse. “Creo que como la iniciativa apuntaba, además de renombrar una estación, a que vayan presos tanto los autores materiales como intelectuales de los asesinatos, algunos bloques dudaron”, señaló el diputado.

          Hubo que esperar hasta 2012, para que vuelva a tomar impulso el proyecto. Esta vez fue presentado por la diputada nacional Liliana Parada, Vicepresidenta 1ra de la Comisión de Transporte, ya que el mandato de Macaluse había finalizado. Con Remo Carlotto, del Frente para la Victoria, como presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados el proyecto logró avanzar nuevamente hacia el recinto, donde obtuvo media sanción en junio del mismo año.

          Un año y medio más, hasta el 13 de noviembre de 2013, hubo que esperar para la aprobación en la Cámara de Senadores. Pasadas las 16 horas, por 49 votos a favor y dos en contra (correspondientes a Beatriz Rojkés y Horacio Lores), aquel cartel que año tras año era pintado por militantes en homenaje a los compañeros asesinados dejaría de ser intervenido por las noches para transformarse en una resolución oficial. Darío y Maxi tenían su estación.

          Pasó mucho tiempo, doce años desde aquel sangriento mediodía y siete desde la redacción del proyecto de ley. Pero hoy, miles de trabajadores, estudiantes, jóvenes y usuarios de la línea Roca mantienen viva la memoria de dos luchadores populares cada vez que el tren se acerca o aleja de la cabecera “Constitución”.

martes, 10 de septiembre de 2013

"Vengan ustedes..."

Por Damián Fresolone


Salí de la inauguración de la Casa de la Cultura en la Villa 21, encabezada por la presidenta Cristina Kirchner y el secretario de Cultura Jorge Coscia, y caminando por la avenida Iriarte una chica de alrededor de 12 años, con la que mantuve una conversación de no más de 30 segundos, me dijo: “Yo de la villa no me quiero ir, vengan ustedes”. Perdón por la autorreferencia en este primer párrafo, pero era indispensable para escribir lo que sigue.

La negativa de la joven a irse de la villa es la que cualquiera de nosotros, fuera de ella, también comparte, ya sea por sentido de pertenencia a un territorio o por simple nostalgia. Los amigos, la familia, la escuela, la esquina, los primeros amores. En fin, las raíces. Pero no es eso lo sorprendente de la conversación, sino la subordinada: “Vengan ustedes”.

Dejando de lado todos los análisis antropológicos que caben hacerse del “ustedes”, puedo responder que el Gobierno va. Y más precisamente la Cultura, bajo esta gestión, va.

Es ahora de público conocimiento que el despacho del Secretario de Cultura de la Nación estará en plena Villa 21 (dejo para quienes quieran hacer archivo, investigar cuántas carteras de Educación, Salud, Trabajo o Cultura en el mundo se instalan en una villa miseria). Pero ¿es esto lo importante? No, claro que no. La acción de Jorge Coscia podría ser un ejercicio populista, chauvinista o tribunero si no se conociera el resto de la gestión.

Sin embargo, sobran acciones para ejemplificar el acercamiento de la cultura en los últimos años a los sectores más desprotegidos por cuestiones económicas o geográficas. Por ejemplo, el Programa Puntos de Cultura con el objetivo de promover y solventar actividades comunitarias, muchas de ellas de base, el cual en sus dos ediciones otorgó beneficios a 250 agrupaciones. Otro caso puede ser el exitoso Programa Libros y Casas que entregó más de un millón de ejemplares con el objetivo de democratizar el acceso a la lectura. Otro, el proyecto Altos Pueblos, direccionado a propuestas creativas en pequeñas localidades del interior del país con el objetivo de generar redes de identidad cultural propias. Podría seguir con los Pre-MICA, el Carnaval Federal de la Alegría, los beneficios para la totalidad de las Bibliotecas Populares del país (CONABIP), la enorme cantidad de acciones de Igualdad Cultural, la gratuidad de Tecnópolis y demás.


        ¿Obsecuencia? En absoluto. Falta mucho para lograr una verdadera democratización de la cultura, hecho que, tiendo a creer, aún no ha logrado ningún país en el globo. Falta que la Secretaría sea Ministerio (y esto no es sólo una cuestión terminológica), falta una verdadera Ley Nacional de Cultura, una Ley del Libro Argentino, una de Industrias Culturales. Todas, cuestiones legislativas que producen como consecuencia la ampliación de posibilidades presupuestarias y, así, el incremento de programas y acceso de los sectores más comprometidos a la Cultura.         

         Pero la realidad es que la Cultura va. Que los chicos de los talleres de periodismo, fotografía y teatro de la Villa 21 no se olvidan más que charlaron con la Presidenta cara a cara. Que tendrán un auditorio, salas para audiovisuales e infinidad de talleres en la puerta de sus casas. Que el kiosquero de la esquina de la calle Magaldi seguramente venderá más gaseosas que hasta hoy y que la rotisería de mitad de cuadra deberá incrementar su producción. Lo cierto es que la Cultura va y que este edificio no se monta en Iriarte y Luna para la foto. Si llegara a ser así, sepan, seré el primero en denunciarlo. 

         Ah, olvidé responderle a la chica de 12 años. Está bien que de la villa no te quieras ir porque están tus amigos, son las políticas las que tienen que llegar a vos.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Elecciones Legislativas porteñas: Alternativa Popular


ALTERNATIVA POPULAR - Colectora del FPV para Legisladores porteños

1° Pablo Ferreyra @PabloRFerreyra

2° María Elena Naddeo (Frente Progresista y Popular) @MariaENaddeo

3° Zaida Chmaruk (Partido Comunista) @ZaidaChmaduk

4° Samuel Cabanchik (ex CC) @SamuelCabanchik

5° Javier Fernandez Castro (Arquitecto. Proyecto urbanización de la Villa 31)

6° Aldana Martino (Agrupación Kiki Lezcano) @Aldi_Martino

7° Ornella Nociti (Corriente Política y Social La Colectiva) @Ornella_Nociti

8° A seleccionar del Frente Progresista y Popular

9° Ángela Lerena (Periodista. CTP. CEFMA) @AngelaLerena


viernes, 14 de junio de 2013

El mercado hace productos, el pueblo hace Cultura...

(por Damián Fresolone para Caras y Caretas)

Un colectivo multisectorial representativo de organizaciones culturales comunitarias y artistas autogestivos promueve una ley en apoyo a sus expresiones. Como lucha continental, se realizó el 1ª Congreso Latinoamericano de Cultura Viva con el apoyo del presidente Evo Morales.

Lejos de los circuitos comerciales tradicionales, distante de las grandes cadenas de distribución de consumo masivo y más allá de las vidrieras de los epicentros geográficos, la cultura también vive. Territorial, comunitaria, independiente o autogestiva son algunas de las características que eligió el colectivo Pueblo Hace Cultura para determinar la singularidad de sus expresiones.

          Este espacio multisectorial originado en 2009, enmarcado en la conquista de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, está conformado por redes de teatro comunitario, centros culturales, medios locales de comunicación, murgas, bibliotecas populares y músicos independientes que apuestan al reconocimiento de actividades culturales propias de cada barrio, cada pueblo y cada región, y llevan adelante un proyecto de ley para la creación de un Fondo Nacional de Apoyo a la Cultura Comunitaria compuesto por un monto no menor al 0,1 por ciento del Presupuesto Nacional.

          “Formamos este espacio plural para buscar políticas que defiendan a nuestro sector. Creamos encuentros regionales y nacionales, realizamos caravanas, eventos de premiación y debates con una mirada federal. Una forma de trabajo similar a la que se realizó para cimentar la Ley de Medios”, comentó Cesar Baldoni, referente del colectivo y coordinador del plurimedio La Posta Regional.

          El proyecto de Ley está inspirado en una política iniciada en Brasil en 2004, por el entonces ministro de la cartera Célio Turino, en la que más de 2 mil puntos de cultura -organizaciones de base- fueron beneficiadas mediante un subsidio para el desarrollo de sus expresiones territoriales. En un camino similar, el proyecto argentino plantea la erogación del 0,1 por ciento del Presupuesto Nacional para destinar a estas organizaciones, lo que significaría el apoyo a casi 3 mil experiencias locales.

          Para garantizar la transparencia en su aplicación, el proyecto propone además la creación de un Consejo Nacional de Apoyo a la Cultura Comunitaria como órgano observador y en permanente relación con la Secretaría de Cultura de la Nación. Ricardo Talento, miembro de la Red Nacional de Teatro Comunitario, declaró en la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados: “No queremos mendigar apoyo a cada gobierno, por eso buscamos una ley que nos ampare como sector”.

          Según un relevamiento realizado por el colectivo son más de 15 mil las experiencias culturales comunitarias desarrolladas a lo largo del país que hoy en día trabajan sin una política pública continuada. Si bien la Secretaría de Cultura de la Nación lleva adelante un programa de Puntos de Cultura, este tiene un presupuesto y una estructura inferior al solicitado. “Además -asegura Baldoni-, no podemos depender de la predisposición del gobierno de turno. Si cambian los funcionarios esto queda en el aire. Necesitamos algo que nos garantice la continuidad. Queremos que esta ley sea parte de un paquete de transformaciones en el ámbito de la Cultura, junto a la Ley de Medios, la Ley de la Música y la de Fomento a las Revistas Culturales”.

Futuro parlamentario

El proyecto presentado en la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación tiene, al menos discursivamente, amplio consenso en diversos espacios de militancia política y sindical. Libres el Sur, Nuevo Encuentro, La Cámpora Cultura, Unidad Popular y el Partido Solidario son algunos de los sectores que brindaron su apoyo.

          Aunque con bemoles, algo similar ocurre dentro del parlamento con los representantes. Para Roy Cortina, legislador socialista y presidente de la comisión, el proyecto de Pueblo Hace Cultura favorece la democratización del acceso y la producción de bienes culturales. “Coincido en la necesidad de establecer la responsabilidad estatal indelegable de garantizar los derechos culturales y plantear criterios que aseguren el financiamiento público de este tipo de políticas evitando el uso partidario de recursos públicos”, aseguró Roy.

          Por su parte, Claudio Lozano, diputado por Unidad Popular, uno de los espacios que más trabajó sobre el proyecto, aseguró que la sanción de esta ley es una deuda del parlamento; y que si aun no se logró discutir en el recinto es porque en los espacios de representación institucional predominan dos miradas, la exclusivamente mercantilista y la determinantemente estatista de la cultura y sus políticas, dejando de lado los sectores alternativos. “Si el mercado hace productos y el pueblo hace Cultura, el parlamento tiene la obligación de hacer políticas públicas”, culminó Lozano.

          Aunque al momento de presentarse el proyecto, en abril de 2012, también estuvieron presentes diputados del Frente para la Victoria, Nuevo Encuentro y asesores de distintas fuerzas, el documento sigue aún sin aprobarse en comisión.

Evo Morales y una lucha regional

Tal como ocurrió con la Ley de Medios replicada en varios países latinoamericanos (Argentina, Uruguay y Ecuador, entre otos), la Ley de Puntos de Cultura intenta expandirse en el bloque regional. Para aunar fuerzas se realizó, del 17 al 22 de mayo, el 1º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria en La Paz, Bolivia.

          Un contingente de 400 representantes argentinos, entre los cuales se encontraba El Culebrón Timbal, la Unión de Músicos Independientes, La Red Nacional de Teatro Comunitario, Colectivos de Murgas Independientes y la Fundación Che Pibe, se hicieron presente para compartir cinco días de talleres, debates y conferencias con actores culturales de 17 países de la región.

          El gobierno boliviano dio pleno apoyo y promovió esta actividad desde su máximo referente, Evo Morales, y a través de la presencia del ministro de Culturas, Pedro Groux Canedo, a lo largo de los cinco días que abarcó el Congreso. En la segunda jornada, durante el encuentro entre funcionarios latinoamericanos y actores culturales, el ministro expresó la necesidad de avanzar en políticas públicas que favorezcan al sector tanto en la producción y la circulación como en el desarrollo de experiencias que enriquezcan a los productores. Consignas que luego fueron selladas en un documento de compromiso regional.

          “El comunicado de compromiso firmado por funcionarios de distintos países del continente fue, en materia legal, lo más significativo que se vivió en el Congreso. Es una respuesta, un ‘hacerse cargo’ de esta demanda social latente”, comentó Baldoni; y manifestó su deseo para que -por efecto rebote- este año pueda debatirse y sancionarse la ley en nuestro país.

          El colectivo Pueblo Hace Cultura en Argentina es, tal vez, el más dinámico y activo en la plataforma continental. Sostiene su enérgico movimiento gracias a las organizaciones de base cultural y su acción efectiva en el territorio. Desde allí parte la propuesta y el deseo de que el proyecto de ley, con el consenso federal a base de debates que ya posee, transite un recorrido vertical hacia ambas cámaras.

           Esta demanda es, en resumen, una lucha por la pluralidad y la diversidad. Un proyecto multisectorial y multipartidario. Una propuesta alternativa al consumo mercantilista tradicional y concentrado de la cultura, ofrecido en un contexto oportuno de transformaciones sociales a nivel nacional y regional. Un camino, no tan distinto, al que transitó un grupo de comunicadores, imaginando una ley democrática que regule los medios en las sociedades modernas.

          Mientras tanto, y para siempre, el mercado continuará generando productos y pueblo seguirá haciendo cultura.